Las personas, supongo, vienen y van de nuestras minúsculas vidas respondiendo a la naturaleza de fugaz tránsito y continuo movimiento del ser humano y del mundo, recordándonos que no debemos aferrarnos y resucitar de manera deliberada y adulterada un pasado, por definición, muerto, sino ser testigos del devenir de la historia social que nos corresponda y vivir por y para un presente placentero y un futuro estable. Y así, la gente aparece y se presenta en nuestra vida con una situación bajo el brazo, un momento, un estado de ánimo. Y se esfuman de la misma forma que vinieron, llevándose (algunas más, otras menos) parte de esas situaciones, de esas historias, de esos sentimientos. De esta manera, y sólo aceptando que las situaciones cambian más rápido que las personas, podemos vivir en una verdadera paz o en algo que, por lo menos, no se convierta en una guerra contra nosotros mismos. Por todo esto, he de suponer que estar continuamente variando y aceptando el cambio es, paradójicamente, la única forma de estabilidad. Si se me permite, para terminar, la metáfora naval, tengo que decir que anclarse a veces significa encallar, mientras que navegar significa, casi siempre, mantenerse en pie.

haciendo alusión a la foto/ilustración: Mientras pedalees, no caerás.
ResponderEliminarP.D. para MEH: "siempre y cuando no choques"
Adaptarse es la clave.
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